Hace 75 años, el obispo de Puerto Montt, monseñor Munita, se percató de forma evidente de que el crecimiento demográfico de la ciudad austral ya mencionada era más que significativo. Por consiguiente, era necesario ampliar la asistencia religiosa y espiritual a más fieles. En definitiva, emprende un viaje a Italia para contactar a alguna orden misionera. Fue así como –gracias a la providencia– logró reunirse con Sor Cecilia Lazzeri que, por los años que corrían, era la superiora de las Religiosas Franciscanas Misioneras del Sagrado Corazón. Luego de hacer una petición de trabajo pastoral en Chile, Sor Cecilia, con la venia del Sumo Pontífice, autorizó el viaje que se materializó a través de una travesía en barco a vapor. El 15 de marzo de 1951 ya estaban instaladas en el sur y el 21 de abril comenzaron a trabajar hasta el mismísimo día de hoy. El miércoles 23 de abril pasado, esta historia atemporal de siete décadas fue recordada en una misa solemne. Esperamos que la orden siga sumando años de misiones en Chile.
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Algo de historia…